lunes, 29 de junio de 2009

EL SABIO MUDO.

El Sabio Mudo, así es como los hombre de campo denominaron al depredador situado en lo más alto de la pirámide trófica de la Península Ibérica.

Canis lupus signatus es el nombre científico usado en zoología para referirse al comúnmente llamado lobo ibérico, siendo este la subespecie autóctona del lobo (Canis Lupus) en la Península Ibérica, y por tanto en España y Portugal.

El tamaño es medio, algo más pequeño que otros lobos europeos. De largo miden desde 130 hasta 180 cm los machos, y desde 130 hasta 160 cm las hembras. La altura de cruz puede llegar a los 70 cm. Los machos adultos pesan generalmente entre 30 y 40 kg, y las hembras pesan de 20 a 35 kg. Presentan cabeza grande y maciza, orejas triangulares relativamente pequeñas y ojos oblicuos de color amarillento. El hocico presenta unas manchas blancas en los belfos denominadas bigoteras. Su pelaje es heterogéneo, de tal forma que se describen unas franjas longitudinales oscuras o negras cubriendo la parte anterior de sus dos patas delanteras, una mancha oscura a lo largo de la cola, y otra mancha oscura alrededor de la cruz a la que se le conoce como silla de montar.El conjunto de estas marcas o manchas oscuras, son las que le han dado el nombre "signatus" a esta subespecie de lobo, puesto que "signatus" (en latín) significa "signado" o "marcado".

El lobo ibérico estuvo presente en toda la Península Ibérica durante siglos, tanto es así que llegó a habitar casi todo el territorio peninsular hasta los años 1900, no obstante, estuvo a punto de extinguirse en los años 70 del siglo XX, debido a que en España y durante el gobierno de la dictadura franquista hubo una campaña de exterminio contra este animal, una campaña que comprendería los años 1950 y 1960 y que erradicó a esta subespecie de todo el país exceptuando la parte noroeste y algunas áreas aisladas de Sierra Morena. Además, en Portugal, una política similar con similar resultado borró de sus campos al lobo de todo el territorio que abarca desde el Río Duero hacia el sur, sobreviviendo tan solo algunos grupos reducidos en algunas áreas concretas. Si apenas pudo ser salvado, sería gracias a la labor de varios naturalistas y divulgadores como el español Félix Rodríguez de la Fuente.

Hoy es un animal protegido y desde los años noventa se encuentra en franca expansión a lo que se añade el aumento de densidad en las zonas tradicionales. Se tiene noticia de que las poblaciones asentadas en Castilla y León están avanzando hacia Extremadura, Madrid,Aragón y Guadalajara.Las poblaciones de Andalucía han tenido menos suerte y parece que los últimos lobos de Sierra Morena han desaparecido en los últimos años. Abunda al noroeste de la Península.

Según algunos autores, hacia 1988 se estimó que la población del lobo en España era de entre 1500 y 2000 ejemplares. En el año 2002, se calcularían al menos unos 2000 lobos, y en Portugal se calculan de 300 a 400 ejemplares de lobo ibérico.

El lobo ibérico está catalogado como especie vulnerable en el Libro rojo de los Vertebrados de España, y como especie casi amanezada en el Atlas de los Mamíferos Terrestres de España.

Este lobo es uno de los pocos grandes carnívoros que existen en la Península Ibérica, y como depredador, se alimenta básicamente de las presas que caza, grandes herbívoros y otros mamíferos de porte menor.

El doctor Félix Rodríguez de la Fuente, realizó diferentes estudios para concretar la dieta del lobo ibérico en España, y según los resultados extraídos, esta podría estar compuesta por: grandes mamíferos (como corzos, muflones, ciervos...) en un 35%, ovejas en un 24%, conejos en un 14%, ratones de campo en un 9%, carroña un 7%, reptiles y aves en un 5%, insectos y vegetales un 4%, y otros carnívoros (como zorros operros) en un 2%.

irrelevantes a escala nacional, los lobos pueden tener un impacto notable sobre la ganadería a escala local. En las fincas privadas y valladas del sur de España, los lobos son perseguidos porque dificultan las monterías de caza mayor, un importante recurso económico.


Son animales emblemáticos, pero atacan al ganado de forma habitual y su presencia puede generar importantes tensiones en el mundo rural. En 1988 y en España, los daños a la ganadería se estimaron en unos 720.000 €, y en 2002 entre 1,2 y 1,5 millones de €. 

©Emilio J.Orovengua

lunes, 1 de junio de 2009

LA AMENAZA DEL FUEGO, UN VERANO MÁS...

A punto de cumplirse el 6º Aniversario del Incendio que arrasó las Sierras de Zapatero y  Santa Marina (Terminos Municipales de Cañaveral y Casas de Millán, Provincia de Cáceres), hago un llamamiento a todos los navegantes e internautas para que en lo que esté en nuestras manos, evitemos en lo posible que ésto no vuelva a suceder nunca más.

Pocos meses antes de este desastre natural que ocurrió el 02/08/2003, media España se afanaba en limpiar las costas gallegas de chapapote que había vertido al mar el 19 de noviembre de 2002 cuando  el Prestige se partió en dos a las 8 de la mañana, hundiéndose a una profundidad de 3850 metros y provocando la salida de petróleo a la superficie desde sus tanques. Es curioso ver que la repuesta ciudadana depende sólo y exclusivamente de la información que recibe a través de los medios de comunicación.

¿Por qué nadie ha acudió a reforestar con plantones de encinas y alcornoques las miles de hectáreas  que se quemaron ese verano en Extremadura? ¿Por qué en unos casos nos sensibilizamos tanto con el medioambiente y en otros no? ¿No es desastroso que se pierdan miles de hectáreas de pino, encinas, alcornoques y matorral, y toda su biodiversidad animal y vegetal?

Mi conclusión es que dependiendo de cómo te “vendan la burra” en la televisión, la radio o los periódicos, ésta pueda ser el más bello corcel o el "penco" más feo del mundo.

A continuación, un montaje fotográfico de aquel tremendo desastre que arrasó cientos de hectáreas y que viví en primera persona desde su comienzo hasta su final.





Y esto es lo que dice el DOE (Diario Oficial de Extremadura) del 22 de Mayo de 2009:

Se declara época de peligro alto de incendios forestales durante el año 2009, el periodo comprendido entre el 1 de junio y el 15 de octubre, ambos inclusive, que podrá prorrogarse si las condiciones meteorológicas lo aconsejan.